Mejorar la capacidad de las empresas para realizar
actividades comerciales constituye un elemento clave de los programas de
desarrollo nacionales. En los últimos años, la iniciativa Ayuda para el
Comercio (APC) se ha convertido en el medio principal para apoyar dicha
inversión en los países en desarrollo.
APC ofrece una plataforma para los gobiernos, a fin
de que éstos puedan ver realizadas sus aspiraciones en materia de política de
desarrollo a través de políticas e inversiones comerciales. Asimismo, los
asociados para el desarrollo, el sector privado y la sociedad civil utilizan
dicha plataforma para trabajar conjuntamente en proyectos de desarrollo
comercial, lo que contribuye a crear puestos de trabajo, atraer las inversiones
y generar ingresos fiscales. Sin duda alguna, las empresas obtienen beneficios
de las inversiones de la APC: sus oportunidades comerciales aumentan gracias a
una infraestructura de comercio mejorada, reducen los costes de los bienes para
las exportaciones, obtienen un mejor acceso a los mercados internacionales y su
nivel de capacitación es mayor gracias a la formación ofertada y el uso de
herramientas. Cuando se toman en consideración los objetivos de desarrollo,
tales como el empoderamiento económico de las mujeres y los jóvenes, y la
sostenibilidad medioambiental de las iniciativas, se demuestra que la APC
contribuye verdaderamente a un comercio más justo y equitativo.
No obstante, no sólo debemos contemplar a las
empresas como receptoras, sino también como asociadas y promotoras de la causa.
Al trabajar en estrecha colaboración con las agencias de desarrollo y los
gobiernos, los empresarios pueden aportar una perspectiva pragmática, local y
orientada al mercado, lo que constituye un ingrediente esencial para el éxito.
China es un claro ejemplo de cómo el poder del sector
privado puede llegar a influir de forma positiva en el crecimiento y desarrollo
económicos: las empresas han contribuido enormemente al cambio del país en
favor de una economía de mercado. Al mismo tiempo que China celebra su décimo
aniversario como Miembro de la OMC, el ITC y la OMC han querido conmemorar este
hito con un evento en el que el negociador jefe de China para la adhesión a la
OMC señaló los factores que han convertido al país en la segunda economía más
grande del mundo. Durante este acontecimiento, el Director General de la OMC,
Pascal Lamy, tomó el ejemplo de China, e hizo hincapié en la importancia de la
adopción de un liderazgo adecuado y de una visión estratégica clara durante el
proceso de adhesión a la OMC.
En noviembre, tuvo lugar otro de los grandes hitos de
la OMC: tras una larga espera, Rusia finalizó el proceso de adhesión a la
organización como el 154º Miembro de la OMC y la última de las grandes
economías mundiales en unirse a la lista. Tras este paso, la economía rusa
tiene mucho que ganar. Los economistas David Tarr y Natalya Volchkova estiman
que el PIB de Rusia experimentará un aumento del 3,3% anual a corto plazo.
En este número de Forum de Comercio Internacional,
el sector privado ocupará un lugar central, con testimonios de microempresas y
pequeñas y medianas empresas de los lugares más recónditos del mundo, como por
ejemplo, una empresa de construcción de barcos de Kiribati, una hilandería de
algodón en Kenya y un modista del altiplano peruano. En última instancia, este
es el punto en el que deben convergir todos los debates sobre políticas: gente
real que lucha por un negocio sostenible y rentable.
Tal y como apunta Dorothy Tembo en su artículo sobre
el compromiso del Marco Integrado Mejorado para el sector lácteo de Zambia, las
agencias de desarrollo internacionales y los gobiernos nacionales desempeñan un
papel esencial a la hora de empezar el cambio; no obstante, es el sector
privado quien trabajará sobre esa base ya establecida para promover el
crecimiento económico tanto a nivel local como mundial.